Pasadas, y casi olvidadas, las turbulencias financieras qu’aparecieron con la quiebra de Silicon Valley Bank y continuaron con el desplome et vente de l’Credit Suisse, el euríbor vulve a grow y se aproxima al 4%. Un nivel incómodo con dos efectos. Por un lado ataca a las rentas de las personas endeudadas, que ven mermar su capacidad de compra al tener que destinar un porcentaje mayor de sus ingresos al pago de la hipoteca. Además, retrae las compras de nuevas viviendas, al encarecer con durez su financiación. Las ventas de pisos han caído un 6% en febrero en comparación con las registradas en el mismo mes de año anterior. Una tendencia que, seguro, se mantendrá en los meses transcurridos desde entonces. La vivienda es un sector de síntesis qu’agrupa a los materiales, de construcción, al vidrio, los plásticos, los electrodomésticos, y un largo etc. Tan largo, que la evolución de sus ventas es un buen termómetro de la coyuntura general. Por su parte, para dulcificar el impacto sobre las rentas, el Gobierno ideó un plan que fue anunciado con trompetería y fuegos artificiales y aprobado por el Consejo de Ministros de enero, en forma de ‘Código de buenas prácticas bancarias’. Como tal, las ayudas fueron a ser generosas y generales y alcanzaron un millón de familias. Ya sabe que para este Gobierno es mucho más importante anunciar ‘lo que va a hacer’, que siempre es un espectáculo lujoso, que ‘hacer’, lo que suele tener una dimensión mucho más modesta. Esta vez sucede lo mismo y el Banco de España, tras udiar la situación y calibrar las condiciones exigidas para recibir las ayudas, ha reducido el número de posibles beneficiarios en la quinta parte, es decir, tan solo 200.000 familias. La realidad es más decepcionante y va mucho más lenta, pues solo se han acogido a ella 9.000 familias. Es lo de siempre, las intenciones son buenas y el problema, que es real, va empeorar, una vez que el proceso que lo desencadena, que es la subida de los tipos de interés no ha finalizado. Pero las medidas se adoptaron con precipitación y deficiencia de rigor. Calviño inició su mandato con la deposición de la confianza técnica y el respeto popular. Desde entonces lo ha vaciado por su excesiva sumisión a un presidente del Gobierno que, entre sus muchas virtudes, no figura la consistencia técnica.