
Tribunal de Justicia de París, martes 9 de mayo. Hay una treintena de ellos pateando en el patio delantero, Porte de Clichy, detrás de una pancarta: “Libertad para los presos. » Al verlos ahí, en el calado, parecen más ociosos que decididos. Esperan la decisión del 23mi cámara correccional que decide sobre la suerte de una docena de sus compañeros, detenidos durante la manifestación del 1oh– Mayo, tras los enfrentamientos y saqueos cometidos en la Place de la Nation, al margen de la marcha intersindical.
Henri (que desea permanecer en el anonimato, como las otras personas citadas), de 40 años, era de Oise. “Para apoyar a nuestros hermanos”, él dijo. 1oh-Que estaba en el «grupo principal». Designación controlada que designa el bloque negro, sin nombrarlo. Donde estalló la violencia. Es un habitual. No especialmente » marca « ideológicamente -no se define ni como anarquista ni como autónomo y menos de extrema izquierda- no le gusta especialmente este término: “Bloque negro, no significa nada. El negro es solo porque no es distintivo. Es la mejor manera de no ser identificado. Comparte el mismo lío. »
Estatura media, complexión más bien modesta, cabello tan gris como raro, el hombre no tiene la fisonomía de un gran brazo. Habla con calma, sin particular vehemencia. Creció y vive en el Oise, donde cría solo a su hijo de 2,5 años, a quien ha designado para el día a sus padres. Durante mucho tiempo fue educador, antes de que una enfermedad lo golpeara y lo alejara de su trabajo y de su club de fútbol.
Un solo punto común
Danièle, a quien conocemos al día siguiente en un bistró demasiado ruidoso del barrio de la Ópera, no tiene mucho en común con Henri. Excepto la atracción por el «grupo de cabeza» de las manifestaciones y la panoplia negra que lo acompaña. Danièle tiene cabello castaño largo y usa imponentes anteojos rectangulares estilo Yves Saint Laurent, que bloquean la parte superior de su rostro. Con un bolso de cuero negro al hombro, procede del barrio de La Défense (Hauts-de-Seine), donde es ejecutiva de una compañía de seguros. Ella tiene 38 años. Nació y se crió en París, ciudad que dejó hace unos años por Val-d’Oise. “Los alquileres son más baratos” –, donde cría sola a su hija de 18 años, quien estudia en una escuela de negocios. Si no es la voluntad de romper los escaparates de los bancos y luchar contra la policía, nada acerca a Danièle a Henri. Excepto este compromiso con la protesta radical y, tal vez, la pasión por el fútbol…
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