La jornada inaugural del Abierto de EE.UU. se anticipaba como una trituradora para la delegación española. El sorteo había deparado algunos cruces muy complicados en primera ronda y no se esperaba que muchos salieron vivos.
Pero, excepto cuando Rafael Nadal juega sano en Roland Garros, cualquier cosa puede ocurrir en tenis y los españoles protagonizaron algunas de las grandes sorpresas del arranque del torneo.
La más sonada, la de Roberto Carballés Baena, que dejó a los neoyorquinos sin uno de los atractivos de esta edición: Holger Rune, danés de 20 años, uno de los llamados a dominar el tenis de la próxima década con Carlos Alcaraz o Jannik Sinner. Rune era además un estímulo para la parte de abajo del cuadro, la que habita Novak Djokovic, y se le consideraba uno de los pocos con alguna posibilidad de ponérselo difícil al serbio. Nada de eso se materializó en la pista y Carballés se llevó la victoria con cierta contundencia (6-3, 4-6, 6-3, 6-2).
No pueden ser más diferentes Carballés y Rune. El español es un currante del tenis, que esta temporada ha logrado, cumplidos los 30 años, meterse por primera vez en el ‘top 50’ de la ATP (ahora ha llegado a Nueva York en el número 63). Lleva más de una década dando raquetazos, avión y manta de torneo en torneo, sin haber logrado pasar de tercera ronda de un ‘grande’ (solo llegó a esa fase en Roland Garros de 2020). No anuncia relojes ni coches ni las marcas de tenis le tienen como una de sus imágenes.
Todo eso sí lo tiene Rune. También un gran tenis, que le ha llevado a colarse en la segunda semana de los ‘grandes’ de forma rutinaria en los dos últimos años. Y a disputar finales de Master 1000 -este año, Monte Carlo y Roma- e incluso a ganar una, en París el año pasado. En aquella ocasión se impuso a Novak Djokovic y Rune se confirmó como gran promesa del tenis mundial.
Todo eso, sin embargo, hay que mostrarlo cada vez que se entra en la pista. Aunque sea una cancha humilde de Nueva York, la número 5, de esas que apenas media docena de filas en cada lado, que comparte gradería de fondo con otras dos pistas, con el murmullo de los espectadores que van y vienen de otros partidos. Y ante un rival también humilde, Carballés. Pero quizá inspirado por un currante histórico del tenis mundial, David Ferrer, que lo ganó todo menos un ‘grande’ y que seguía el partido desde la grada, como un espectador más.
Carballés jugó sin fisuras, moviendo a Rune desde el fondo de la pista, llegando a todas las pelotas y sin permitir ningún regalo. Todo lo contrario que el danés, que dobló al español en errores no forzados y no mostró el tenis agresivo que le caracteriza. Rune venía de una racha negativa, tres derrotas seguidas desde que cayó en Wimbledon contra Alcaraz, y en Nueva York no pudo levantar el vuelo Fue un duelo muy disputado hasta el último set, donde Rune pareció desesperado, con problemas físicos y dispuesto a entregar la toalla. Lo hizo en la primera bola de partido para Carballés, que supuso la primera victoria en su carrera contra un ‘top 10’ del mundo, tras trece intentos.
Algo similar ocurrió en el cuadro femenino entre la española Rebeka Marasova y la griega Maria Sakkari. La tenista griega, de gran combatividad y despliegue físico, que tuvo su gran aparición en el tenis mundial en 2021 -alcanzó las semifinales en Roland Garros y aquí-, llegaba a Nueva York como octava cabeza de serie.
Masarova, hija de española y de eslovaco, nacida en Suiza y criada entre Basilea y Barcelona, es una desconocida para el gran público. Algunos recordarán que ganó en Roland Garros en la categoría junior en 2016. Pero, como profesional, apenas había asomado la cabeza en los ‘grandes’. Eso podría haber cambiado este lunes, con una victoria inesperada contra Sakkari (6-4, 6-4).
La tenista griega, que ha llegado en el ‘top 8’ de cabezas de serie en los ocho últimos ‘grandes’, era la favorita indiscutible frente a la española, número 71 del mundo. Además de una experiencia muy superior para la griega, ambas se habían enfrentado solo en una ocasión, en tercera ronda de Madrid este año, y Sakkari ganó en tres sets.
Pero también había motivos para la esperanza con el desempeño de Sakkari esta temporada: pese a que ha tenido una temporada decente de verano en EE.UU. -finalista en Washington- los últimos ‘grandes’ se le han atragantado. Cayó en primera ronda tanto en Roland Garros como en Wimbledon.
Este lunes, Sakkari parecía dispuesta a evitar un tercer descalabro. Arrancó con intensidad y se colocó 4-1 en el primer set., Masarova, con una templanza impropia de alguien de mucha menos experiencia y apoyada en un gran saque, remontó hasta llevarse la primera manga.
A la griega, como al cielo de Nueva York, se le nubló el partido. Cometió muchos errores no forzados y se la veía incómoda. Protestaba porque un espectador estaba al móvil y se reía de algo que le llegaba desde la grada.
Masarova siguió a lo suyo, con un juego de fondo sólido y aprovechó los regalos de Sakkari. Solo tras el último punto, un revés muy forzado de la española que se clavó en la línea, se permitió un mínimo gesto de euforia y levantó los dos brazos al aire. Con la victoria, igualaba su mejor actuación hasta la fecha en un ‘grande’: hace dos años logró colarse en segunda ronda en Nueva York y este año lo consiguió también en Wimbledon.
No quedaron ahí las sorpresas. Otra española, Sara Sorribes Torno, expulsó a otra cabeza de serie, la ucraniana Anhelina Kalinina, favorita número 28, en un partido muy igualado (6-4, 7-5).
Más esperada era la victoria de Alejandro Davidovich Fokina, cabeza de serie número 21, que despachó con facilidad al estadounidense Marcos Giron en tres sets (6-4, 6-4, 6-2).