Imanol, a un paso de hacer historia con la Real Sociedad | Fútbol | Deportes

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Se despidió Imanol Alguacil en la rueda de prensa previa a la semifinal de Copa ante el Mallorca (21.30 horas) con un “¡A por ellos!”, marca de la casa. Antes había apuntado que le pedirá al conductor del autobús que les lleve por la Avenida de Madrid, la recta que desemboca en el Reale Arena y por donde confluyen los aficionados, “porque el partido se empieza a ganar desde el recibimiento, aunque no sé si la Ertzaintza lo permitirá”. A veces, el entrenador de la Real Sociedad no puede aguantarse, y le puede la pasión, como cuando celebró el título de Copa comportándose como un hincha más ante los periodistas.

También le puede la sinceridad. Como en la víspera del partido del sábado pasado frente al Villarreal (1-3). Cuando cualquier otro entrenador hubiera eludido las preguntas sobre el choque ante el Mallorca, con el recurrente, “estamos centrados en la Liga”, él se descolgó del lugar común y reconoció: “Voy a ser sincero, todos estamos pensando en la semifinal del martes”. Y se extendió sin paliativos: “Siempre digo que el siguiente partido es el más importante, pero estamos a un paso de jugar una final con aficionados en la grada, y es lo que queríamos hacer hace tres años. No cabe duda de que seguramente ganando al Villarreal”, —lo que no ocurrió— “ayuda más, pero yo creo que todos, y yo también, y seguramente el jugador también, estamos pensando en esa semifinal que nos puede llevar a una final”.

El partido a partido tirado a la papelera con un par de frases, aunque no hacía más que decir la verdad, porque mentir le cuesta al entrenador del equipo donostiarra. Incluso en un alarde de sinceridad también reconoció:“hubo dos momentos esta temporada en los que he dicho que por ocultar o no dar pistas al rival, a veces me da vergüenza, pero lo reconozco, he dicho un par de mentirijillas”.

Esa sinceridad también le trae problemas a veces, como tras el partido frente al PSG en París, cuando arremetió, sin nombrarlo, contra su jugador Hamari Traoré, que estaba fuera del campo, siendo atendido, cuando Mbappé marcó el 1-0 en un saque de esquina, mientras era Kubo el encargado de tapar la ausencia de su compañero. “Si un jugador deja al equipo con uno menos es porque tiene que ir al hospital”, confesó. Su vehemencia también le retrató en Son Moix, en el partido de Liga frente al Mallorca, su rival en la semifinal copera, cuando las cámaras de televisión le captaron haciendo gestos ostensibles a Beñat Turrientes para que se reincorporara al juego después de sufrir un fuerte golpe en la cabeza por el que acabó el partido mareado.

Pese a todo, o tal vez por todo eso, Imanol encaja como un guante en la idiosincrasia de la Real porque forma parte de ella. No es un elemento extraño que se mete con calzador, sino una pieza de la maquinaria que siempre ha estado ahí, a disposición del club, y que ha sido el líder en uno de los lustros más brillantes de la historia del club donostiarra, que venera con un monumento a las puertas del Reale Arena a Alberto Ormaetxea, el entrenador que alcanzó la gloria máxima en la historia realista con los dos títulos ligueros consecutivos (1981 y 1982).

No tiene estatua todavía el técnico de Orio, pero está a un paso de alcanzar el hito de otro entrenador adorado por la afición, John Benjamin Toshack, el único que ha llevado a la Real Sociedad a dos finales de Copa. Imanol también puede hacerlo, está a solo un partido, y a dos de ganar por segunda vez el torneo.

Es cierto que su equipo no atraviesa su mejor momento de la temporada. Después de un brillante comienzo de Liga, en el que parecían repetirse las pautas de la campaña anterior. El hecho de competir en un torneo tan exigente como la Champions, merma las fuerzas de los más grandes y hace lo mismo, en mayor proporción, con los equipos que no cuentan con un fondo de armario tan amplio. Y si los minutos se acumulan en las piernas de los futbolistas, pesan todavía más las lesiones, de las que nadie se libra, pero que se han cebado con saña en la plantilla que maneja Imanol.

Al menos, recupera para la convocatoria a Mikel Oyarzabal. “Lleva tiempo sin jugar, pero el capi tiene ganas y ese saca fuerzas de donde sea”, apunta el técnico, que se queda sin Barrenetxea, que se retiró nada más comenzar el partido ante el Villarreal.

El Mallorca viajó a San Sebastián, junto a 500 seguidores, después de ser despedido a las puertas de Son Moix por los aficionados al grito de “¡Sí, se puede!” Tras el empate a cero en Palma, Javier Aguirre, su técnico, no se resigna. Ya vivió una situación similar cuando entrenaba a Osasuna. “En aquella ocasión tampoco éramos favoritos y, por muchas razones, hay muchos símiles con aquello. El ambiente exterior es muy parecido. Hay una bonita historia detrás y ojalá tenga final feliz”, concluyó el técnico mexicano.

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