El mar Cantábrico baña 800 kilómetros de costa, que van desde el norte de Galicia hasta el País Vasco, formando un bello paisaje repleto de playas y calas salvajes, escarpados acantilados y coquetos pueblos de tradición marinera, villas que incluyen en su lista de monumentos algunos de los templos religiosos más singulares del país, construcciones que se asoman al mar regalando unas vistas de excepción a quien las visita. Estos son algunos de ellos.
Ermita de la Virgen del mar, San Román de la Llanilla
Situada en San Román de la Llanilla, en la isla de la Virgen del Mar, está la ermita del mismo nombre, un templo que guarda a la patrona de Santander, una talla gótica hecha en madera que data de finales del siglo XIII que conserva la tradición iconoclasta del periodo románico. Según cuenta la leyenda esta fue encontrada flotando sobre las rocas de la costa.
Se cree que el templo fue fundado en el año 1400 por Gonzalo Fernández de Pámanes –quien pertenecía a uno de los seis linajes primitivos de Santander–, aunque se tienen indicios de que ya existía otra ermita en el 1315. Este santuario, que fue destruido en varias ocasiones por las aguas del mar Cantábrico, está formado por una nave única dividida en tres tramos cubiertos por bóvedas más la cabecera, cuya geometría es la de medio hexágono irregular. Además de la capilla tiene un cuerpo adicional construido en 1696. En el interior se pueden apreciar un retablo creado en 1712 por Juan de Herrera Coterillo, Pedro Martínez de Cardeña y Juan de la Puente Agüero, el sepulcro de su fundador y un manto rojo con brocado que fue donado por Isabel II a Nuestra Señora la Virgen del Mar.
Ermita de la Virgen el Mar, San Román de la Llanilla
Ermita de La Regalina, Cadavedo (Asturias)
En en el bonito pueblo de Cadavedo, a medio camino entre Luarca y Cudillero, está la ermita de La Regalina, uno de los muchos tesoros que esconde el Principado de Asturias bajo sus fronteras. El templo pintado en blanco y azul fue construido en 1931 en el Campo de La Garita, un lugar que transmite serenidad y paz con unas vistas increíbles al mar rodeado de acantilados y playas. Su impulsor fue el Padre Galo, figura clave de la literatura asturiana quien firmaba sus obras con el nombre de Fernán Coronas, el cual quería convertir este lugar en un sitio de peregrinación para honrar a la patrona de la localidad, la Virgen de la Riégala, conocida cariñosamente como La Regalina. Desde entonces, aquí se celebran las fiestas en su honor cada último domingo de agosto, momento en el que cientos de personas participan en una misa al aire libre acompañada con un desfile de romeros ataviados con la indumentaria tradicional que se mueven al ritmo de los carros del país y la música de gaitas y tambores. Junto a la ermita hay, además, dos hórreos asturianos que completan su bella estampa.

Imagen de la ermita de La Regalina
San Andrés de Teixido, Cedeira (La Coruña)
Al este del municipio de Cedeira, en plena Sierra de Capelada (La Coruña), se alza sobre los acantilados San Andrés de Teixido, un lugar lleno de magia y misterio donde las leyendas siguen vivas a lo largo de los años y cuyo santuario es uno de los más famosos de Galicia. Este templo tiene su origen en el siglo XII, cuando ya había noticias de la presencia de un monasterio en el lugar, pero la iglesia actual data de los siglos XVI y XVII y es de estilo gótico-barroco de tipología marinera. La ermita solo conserva de la construcción original la puerta del muro norte y algunas pinturas murales. La actual fachada fue realizada por Miguel López de la Peña en 1781. En su interior destaca una imagen relicario de estilo barroco italiano con un fragmento de hueso de San Andrés.
La leyenda cuenta que San Andrés, uno de los doce apóstoles, llegó en barco hasta los acantilados de la zona donde acabó volcando. Nadie acudió en su ayuda, pero recibió de Dios la promesa de que tendría un santuario y una romería a la que según se dice va de muerto el que no fue de vivo y ojo con pisar alguno de los pequeños insectos y animales que se encuentran por el camino porque según se cuenta son las almas de los que no fueron mientras vivían.

Imagen de la ermita de San Andrés de Teixido
Ermita de San Juan de Gaztelugatxe (País Vasco)
Situada entre las localidades costeras de Baquio y Bermeo y unido a la costa a través de un mágico puente de piedra y una escalinata de 241 peldaños, San Juan de Gaztelugatxe es una de las estampas más fotografiadas y famosas de la costa vasca. Este enclave, que apareció en la séptima temporada de la serie de HBO Juego de Tronos recreando Rocadragón, ha sido escenario de numerosas leyendas.
Se cree que la primera ermita fue construida en el siglo IX para convertirse en un convento durante el siglo XII. La estructura que se puede visitar hoy día nada tiene que ver con la original, ya que a lo largo de los años ha sufrido numerosas modificaciones, así como saqueos e incendios. Dada su ubicación, formó parte de la línea defensiva de dicha costa en repetidas ocasiones protegiendo el poder del señorío de Vizcaya. Fue en 1978 cuando se levantó la actual edificación, creada en honor a San Juan Bautista, siendo reinaugurada en día de San Juan del año 1980. Esta presenta una planta rectangular y su puerta de entrada está coronada por una espadaña que aloja una campana y que, según reza la tradición, hay que tocar tres veces para atraer la buena suerte y ahuyentar los malos espíritus. Asimismo, al final de las escaleras se puede posar el pie sobre la huella que dicen dejó allí San Juan Bautista, lo cual resulta curativo. En el interior se encuentran numerosos tesoros, ofrendas de los marineros que se han salvado de naufragios.

Imagen de la ermita de San Juan de Gaztelugatxe, País Vasco
Ermita de Santa Justa, Santillana del Mar (Cantabria)
En la aldea de Ubiarco, a pocos kilómetros de Santillana del Mar y escondida en un acantilado en la playa de Santa Justa, está la ermita del mismo nombre, una construcción que ha aguantado durante años las embestidas del mar regalando una de las postales más mágicas de Cantabria.

Imagen de la ermita de Santa Justa, Cantabria
Para llegar a ella hay una senda peatonal de unos 260 metros que discurre a media ladera desde el puente sobre el arroyo Rabió regalando unas vistas de ensueño de la zona, panorámica que incluye la imagen de la histórica torre de San Telmo. Este templo se encuentra literalmente encajado entre los acantilados, de hecho, se aprovecharon las formas de las rocas a la hora de construirlo por lo que solo se levantaron dos paredes de mampostería con cubierta de teja de una sola agua para crear el espacio. La construcción actual data del siglo XVI, pero anteriormente ya existía una ermita que se levantó en torno al siglo XII consagrándose a partir de las reliquias de Santa Justa y Santa Rufina. Su importancia fue tal que se dice que en el año 1578 había ordenanzas que multaban con 100 maravedíes a los que no acudieran a la romería de Santa Justa que se celebra el 19 de julio. En días de fuerte oleaje no es aconsejable acercarse hasta la ermita.