Lentamente, el brazo robótico levanta la pieza de acero para colocarla en una cuna. En unos minutos, el cono se mecaniza y toma su forma de concha. Una vez cargado de explosivo, el proyectil de calibre 155 mm podrá, a pesar de sus cincuenta kilos, soportar una velocidad de 900 metros por segundo y girar sobre sí mismo a 10.000 revoluciones por minuto, garantía de su estabilidad en vuelo. “Estos son los proyectiles disparados por los cañones Caesar. Tienen una precisión de medio campo de fútbol a 40 kilómetros de distancia”asegura Hervé Le Breton, director de la fábrica Nexter Arrowtech en La Chapelle-Saint-Ursin (Cher), un sitio de 222 hectáreas donde unos 440 empleados fabrican las municiones del industrial francés.
Considerados como meros “consumibles” desde el final de la Guerra Fría, los proyectiles de gran calibre, utilizados para el fuego de artillería, se han convertido en un bien codiciado desde el comienzo de la guerra en Ucrania. Según documentos clasificados del Pentágono, dados a conocer al público en general a principios de abril, las tropas en Kiev han consumido más de 952.000 proyectiles de 155 mm en un año de enfrentamientos. Y el ministro de Defensa del país, Oleksii Reznikov, estima que necesitará 250.000 más cada mes para aspirar a vencer a los rusos. Figuras dantescas, que torturaban los arsenales levantados, ya reducidos a la mínima expresión por años de conflictos expedicionarios.
Para reponer las existencias de sus ejércitos, y continuar apoyando a Ucrania, todos los países satisfechos han sacado sus chequeras. El pasado mes de julio, Francia ordenó con urgencia 5.000 proyectiles de 155 mm a Nexter, ¡el primero en diez años! En marzo se realizó un segundo pedido de 16.000 proyectiles. Y otros deberían seguir en el marco de la ley de programación militar 2024-2030, que debe aprobarse para el verano en el parlamento. Más ambicioso aún, la Unión Europea dio a conocer en marzo un plan para suministrar un millón de proyectiles (de 105 a 155 mm) a Ucrania, tomados de las existencias nacionales pero también adquiridos de los once fabricantes europeos del sector identificados por Bruselas.
Escasez de polvos y mano de obra
De hecho, todos los industriales se están arrancando los pelos y preguntándose cómo cumplir con los objetivos que se les asignan, ya que hay tantos obstáculos. Desde el comienzo de la guerra en Ucrania, el sector se ha enfrentado a la escasez de pólvora destinada a impulsar los proyectiles fuera del cañón. “Hoy hay tensiones muy fuertes sobre este material, todo el mundo lo quiere, los plazos de entrega son importantes”, reconoce Frantz Caillau, director general adjunto de la filial de municiones de Nexter. Francia, que ya no produce pólvora para cargas propulsoras desde el cierre de la Sociedad Nacional de Pólvora y Explosivos en 2004, tiene previsto trasladar parte de ella a Francia, pero no será antes de 2025.
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